Por Juan Pablo Morales, reeditado

Las propiedades de la calle principal de Curacaví antiguamente contaban con regadío. Si! claro, se regaban frutales, huertos y pequeñas viñas; el agua provenía del Estero Puangue; de una Toma en los Antiguos Baños Municipales (actual Julio Riesco), la que llegaba a través de un canal que serpenteaba el cerro del sector Norte de la avenida, cruzando  a la vereda sur por dos lugares específicos. Había un aguatero que se encargaba del mantenimiento y de entregar los turnos de riego. Una de esas viñas era la de mi abuelo Juan Pablo Farfán Figueroa.

La casa de adobe se ubicaba bajando el altillo (en la actualidad el altillo está a la altura de la Casona de Curacaví). En el subterráneo se guardaban los utensilios que ocupaba el "guelito". Después de su fallecimiento allí quedamos nosotros, los niños de la casa, jugábamos con la Zaranda y los odres de cuero donde el abuelo Juan Pablo llevaba a Valparaíso y en su recua de mula, la chicha que elaboraba, vía la antigua Cuesta Zapata.

Estás historias las contaba mi "Mamita" que en su niñez y juventud  vivió frente al Banco Estado. En esa propiedad queda un parrón, al parecer es uno de los más antiguos del pueblo.

Los antiguos chicheros vivían de la producción de la "auténtica rubia de Curacaví" como se leía en una muralla en Santiago cerca de donde nació la Piojera. Con el tiempo, mi abuelo se compró un camión ya cuando funcionaba el Túnel Zapata. Esta foto es de un chichero de tomo y lomo sus historias están escritas en el corazón.