Por Juan Pablo Morales Farfán

 

Las poblaciones que habitaron en el Valle de Puangue fueron conocidas por los españoles como picones, (Los Caciques Antequilica, chumavo y  Catalangua, que tienen sus tierras en la Provincia de los Picones), (estaban distribuidos por todo el Valle y sus movimientos eran estacionales); (por no tener agua en dicho Valle de Puangui), (van allí cerca del Rio Maipo para sembrar). “Corre el puangue, afluente del Maipo, dentro de una especie de surcos tectónicos, que, al poniente de Santiago, marca el eje de la Cordillera de la Costa. Preso entre dos cordones montañosos que se juntan rio arriba, el valle aparece, debido a ello, estrictamente delimitado e individualizado.

La hoya hidrográfica, cuyas dimensiones máximas son de    75 km. de Norte a Sur y 40 km. de Este a Oeste, cubre en total unos 1.800 km.”. A mediados del siglo XVI, el Jesuita Alonso de Ovalle, hijo de encomenderos con propiedades en el valle, nos entrega una caracterización de la geografía de nuestra zona, en su crónica se lee:

“También se junta con Maipo el Río Puangue, que corre así mismo por debajo de la tierra de muchas lenguas (…) Ni está ocioso el tiempo que va debajo de la tierra, porque comunicándose a todo el valle por sus venas soterranas, le da tanto jugo, y virtud, que aunque en todo el verano no llueva sobre él una gota de agua, ni tiene otro ningún riego, no le hecha menos para llevar tan sazonado fruto como el más regalado con el riego del cielo y de la tierra; no he visto en parte ninguna más grande, ni más sabrosos melones, ni más crecidos y viciosos el maíz, que en este valle”.

Cabe agregar que, a la llegada de los europeos, Chile Central estaba poblado por diversos grupos disgregados denominados como poblaciones Aconcagua.

“La cultura Aconcagua se desarrollo entre los siglos IX – XVI, con un fuerte sentido de identidad y cohesión social. La decoración de su cerámica refleja sus principios de organización, su principal elemento simbólico era el trinacrio. Los Alfareros de esta cultura decoraban las cerámicas funerarias con figuras geométricas negras sobre el color natural de la arcilla, una muy utilizada es el trinacrio consistente en aspas, pintadas en la superficie exterior a interior de cuencos y escudillas.

En el Valle de Puangue destaca el yacimiento de María Pinto, sus correlaciones y ubicación Cultural (Eliana Duran 1979) mientras que en la Comuna de Curacaví destaca “Una pequeña Colección Alfarera”, en la Hacienda Curacaví.

 Estos vestigios quedaron al descubierto al construir los cimientos para edificar un silo (1957), la ofrenda funeraria “Un esqueleto en avanzado deterioro acompañado de una docena de piezas de alfarería decorada dispuesta en circulo a su alrededor. La alfarería conservada corresponde a cinco piezas de Cerámica.

    “En 1964 en el congreso Internacional de Arqueología Chilena, se inicia la segunda etapa en el estudio de la Cultura Aconcagua sobre la base de nuevos materiales y sitios. Ese mismo año Hans Neimeyer utiliza por primera vez el nuevo clasificatorio en el análisis de la Colección Alfarera de Curacaví.

Neimeyer en el mismo texto señala que una de estas piezas fue donada por Don Guillermo Barros Hurtado al Museo Arqueológico de la Serena. Vía correo electrónico nos conectamos con dicha Institución, solicitando una fotografía de la pieza N°6773. Por lo que agradecemos al antropólogo físico el Sr. Oscar Silva Fontana la gentileza de proporcionar la fotografía  para que después de sesenta años la comunidad de Curacaví  tenga la oportunidad de conocer esta pieza que forma parte de nuestro patrimonio cultural.