Historia del Libro “Don Pancho Garuya”, escrito por Manuel Guzmán Maturana

Recopilado por Juan Pablo Morales Farfán

 

Cuentan que una vez el Padre Eterno amaneció medio aburrión, estaba cansado con la música del arpa que le tocaban los ángeles, arcángeles y serafines todo el santo día, y llamó a Pedro, que es el portero del cielo y le dijo:

“Mira Pedro, no estoy para musiquitas ahora, me tiene cabriado con las mismas tonadas de siempre. Guárdate todos los instrumentos y trae las llaves del portón que tengo ganas de ir a dar una vueltecita por la tierra. San Pedro se le quedó mirando de alto abajo, sacó el manojo de llaves de la cintura y se fue calladito a abrir el portón. El Padre Santo recorrió todo el mundo en un santiamén y para descansar un momento buscó un lugar bien quitado de bulla y fue a dar a un lugar llamado Cancha de Piedra. No andaba ni un alma por el camino y se subió al cerro para tomar una siestecita, pero este no tenía ni un arbolito, ni una mata de cactus siquiera, y dijo, “nunca es tarde para que enmiende la pampirola, pongamos más que sean unos espinitos”. Apenitas lo pensó el Padre Santo se vio tupidito de matas de espino, y puso en medio una hermosa Laguna.

El diablo, que lo estaba mirando y que se había impresionado en echarle pieles y en no dejar en paz a nuestro Señor, le mandó al río un feroz toro. Cuando éste lo vio soltó una carcajada y dijo, “a mi no me asusta con un torito diablo, lo aprovecharé para el cuidado de la Laguna y le daré libertad para que salga a cubrir las vacas de la hacienda”; y riéndose subió al cielo donde San Pedro estaba cabeciando, sentadito a la orilla de la calle.

Toda esta historia se la contaba el capataz Remigio Morales a don Pancho Garuya. A su vez, don Pancho contó que en esa Laguna se decía que al torito se le había acabado la entretención con las vacas y que se transformó en un príncipe, que tenía bajo su custodia una princesa. Todas las tardes, a la puesta del sol, la princesa subía a una roca que había en la Laguna y con un peine dorado peinaba su hermosa cabellera rubia. Muchos pasajeros han tenido la ocasión de verla en esos parajes, pero en cuanto ella se da cuenta, se tira al agua y no vuelve a aparecer en hartos días.