Por: Mario González Calderón.
Investigador, escritor, locutor radial
Recopilación de Juan Pablo Morales Farfán
Curacaví, comuna perteneciente a la Región Metropolitana, enclavada en la Cordillera de la Costa y un paso obligatorio para quienes transitan de Santiago a Valparaíso o Viña del Mar. Sus delicias cautivan con la clásica Chicha y la dulzura de sus Pasteles, iconos de la comuna. Un extraño y enigmático cerro da la bienvenida a quienes pasan por la Ruta 68 o simplemente vuelven a casa. Diferentes clases de clima varían, dependiendo de donde estamos ubicados, sumado a nuestro querido Estero Puangue, uno de los pocos que transita de manera inversa al común de los demás en el país… Es lo que a grandes rasgos sabemos de Curacaví.
Sobre su supuesta fundación, caben muchas dudas, ya que un 4 de octubre de 1550 lo dan como fecha oficial con la entrega de encomiendas de indios al español Juan Bautista Pastene por parte de Pedro de Valdivia. Sobre su historia, y nos referiremos a Curacaví Prehispánico (antes de la llegada de los españoles a Chile) se conoce muy poco, inclusive a nivel pedagógico y malla curricular del Ministerio de Educación no se habla mucho. Trataré de ser lo más acotado posible, ya que este tema es muy extenso y se está trabajando para dar a conocer la historia de los pueblos originarios de nuestra comuna.
Los pueblos indígenas que vivieron y dejaron vestigios más claros fueron la «Cultura Aconcagua» (800 – 1360 d.C. con el nacimiento de la alfarería Salmón bicolor, separándose del Bato) y luego la mezcla cultural de la invasión Incaica (1360 app – 1540 d.C. con la alfarería tricolor). Estos se establecieron desde el río Petorca hasta el Cachapoal, donde a posterior serían expulsados hacia el Sur (zona del río Maipo y Pomaire) por las huestes españolas, también acabando la etnia producto del mestizaje.
Este tema es muy interesante, pero no es el que trataremos.
Se preguntarán… las piedras tacitas ¿Son de aquellas culturas? Pues déjenme decirles que NO ¿Las piedras tacitas son solo de Curacaví? Tampoco. Hoy hablaremos de estas enigmáticas y extrañas piedras.
Icono de la bandera de Curacaví, están ubicadas en gran parte de nuestra comuna y muy descuidadas. Son formaciones rocosas con hendiduras cónicas llamadas «Tacitas». La más conocida es la ubicada a metros del estadio Julio Riesco y esta es la que se plasma en nuestra bandera. A pesar de ser monumento nacional, no recibe el cuidado y protección que debiera. Lo interesante es saber que no es la única, una veintena adornan los faldeos de la Cordillera de la Costa, como por ejemplo en Cuyuncaví, Miraflores, Las Rosas, Challaco y otros sectores más.
No se extrañen cuando menciono que estas piedras están distribuidas a lo largo de todo el continente americano y el mundo, pero a pesar de estar en muchas partes han sido foco de escasos estudios sistemáticos por la arqueología.
Algunas indagatorias, de reconocidas universidades chilenas, las data en el periodo Arcaico Tardío (2.000 a.C. a 0). Esta información es arrojada por análisis de restos orgánicos y almidones microscópicos con Carbono 14, pero, vestigios fuera del país apuntan a su fabricación al comienzo del periodo Arcaico Temprano (10.000 a.C). Ahora, la función más común atribuida era la de morteros comunitarios de tribus nómadas, cazadoras y recolectoras. Luego fueron aprovechadas por culturas posteriores hasta el sedentarismo (los cuales no se asentaron cerca de ellas), teniendo Batanas y mortero de pequeñas piedras de uso doméstico.
Gran discusión existe a otros posibles usos. Un por ejemplo resaltante sería el «religioso» (tierra, piedra, agua, estrellas). Influencia del norte altiplánico y también cordillerano por el nomadismo, mientras otros aluden a altares de sacrificio de animales para sus deidades. Hasta el momento lo más acertado serían morteros. Como ven, a vista y paciencia de todos, tenemos vestigios de culturas milenarias que, posiblemente, irían de la mano con la teoría del poblamiento americano.
Esta alude que el ser humano se habría dispersado por el estrecho de Bering (Asia – Alaska) en el último periodo glacial (15.000 a.C. – 14.000 a.C.), disgregándose en América.
¿Y qué tiene que ver todo esto, del poblamiento americano, con nuestras piedras tacitas?, pues bien…
Basándonos en la edad de construcción de estas piedras, concuerda con un hecho importante que no se ha tratado. Las piedras tacitas (como las de nuestra comuna y olvidadas) están presentes en casi todo el mundo.
- Los «Morteros» con agujeros de bellotas de California, Estados Unidos.
- Las piedras de «Pocitos», San Lucas, Saraguro, Ecuador.
- La piedra «Stony Middleton», Inglaterra.
- Las piedras para «Moler» en el Desierto de Sonora, Arizona, Estados Unidos.
- «Piedras con Huecos», El Salvador.
- La «Keeler de Stone», Kilmalkedar Ballum, Irlanda.
- Los «Pocitos o Xicallis» de México.
- Las «Piedras con Agujero» de Tuensang Nagaland, India.
Estas son solo algunos ejemplos de «Morteros Comunitarios», centros religiosos y quizás que otros propósitos en tierras muy lejanas. Lo importante es la similitud y la distante ubicación que hay entre ellas. El poblamiento americano trajo consigo el conocimiento de labrar la piedra de una magna manera. El vestigio de estas culturas «Arcaicas», quedaron como herencia a culturas posteriores (Aimaras, Diaguitas, Huetelauquen, Batos, Llolleo, Aconcagua, Promacahues, Picunches, Hulliches y un largo etc.) y que hoy tenemos el placer de contemplar de manera gratuita.
Como Curacavinano, investigador y divulgador, insto a las autoridades y a la comunidad a cuidar y proteger estas «Piedras Tacitas», ya que es lamentable enterarse de la destrucción y reubicación de muchas de las cuales ya no tenemos acceso. Todo esto ha hecho que se pierda el misticismo e historia que acarrean de los pueblos nómadas que transitaron por donde mismo estamos ahora, hace más de 12 000 años atrás.
Fue un gusto entregar un poco de historia prehispánica y darnos cuenta de que, en nuestro propio patio (de la comuna), compartimos el mismo arte lítico con otros países y no nos habíamos dado cuenta.