La casa patronal de la Hacienda Curacaví estaba ubicada a orilla del Estero Puangue, y aún está en pié. Como mudo testigo del paso del tiempo y a pesar del deterioro es posible apreciar su belleza arquitectónica, llaman la atención los bellos dibujos en las paredes exteriores. Sus ventanales protegidos por rejas de fierro forjado, además es fácil echar a volar la imaginación y desde el corredor imaginar la hermosura del parque del cual aún quedan algunas araucarias.
Hacia el año 1900 el propietario de la hacienda era Don Julio Riesco Errázurriz, hermano del Presidente Germán Riesco Errázurriz, que gobernó Chile entre los años 1901 a 1906. Cabe agregar que Don Julio Riesco fue elegido Alcalde de Curacaví en la sesión de instalación de la Ilustre Municipalidad de Curacaví el 6 de mayo de 1894.
Cuentan que en una oportunidad el Presidente Riesco, venía de visita a donde su hermano, pero como el trayecto era agotador tanto para el viajero, como para los caballos, que no tenían la costumbre de realizar viajes tan extensos, decidió enviar un emisario a caballo a donde su amigo José María Benavente, que pasaría a pernoctar a su casa. Esa tarde sonó la campana del fundo de Don José María en forma continua e insistente, lo que significaba que los inquilinos debían presentarse en la casa patronal, para estar presente a la llegada de tan ilustre visita.
A la mañana siguiente, luego del desayuno Don Juan Henríquez Allendes, hombre recto, de buen hablar y de confianza del patrón, trasladó en el coche del fundo a Don Germán y a Don José María, hasta la Hacienda Curacaví, llegando al medio día, Don Julio andaba recorriendo las tierras por que las visitas salieron a su encuentro, cuando divisaron a Don Julio, el presidente, sacó un pañuelo blanco haciendo notar su presencia.
Luego del almuerzo, la tertulia y el reposo, iniciaron el regreso y como el Presidente tenía prisa, luego de pasar a Lolenco a dejar a su amigo José María, el coche tomo la dirección hacia la Cuesta Lo prado, llegando hasta el mismísimo Palacio de la Moneda, y como la guardia, desconoció el coche que se acercaba a toda prisa, levantaron las armas y apuntaron hacia el cochero, Don Juan, ¡asustado por la situación atinó a gritar a todo pulmón! Traigo a su Excelencia el Presidente de Chile Don Germán Riesco!, bajaron las armas los guardias y el Presidente bajó tranquilamente y a Don Juan Henríquez Allendes le entrego un 5 de propina.
Esta historia es contada en las tradicionales tertulias a la hora de la once en la familia de Victoria Henríquez.