Por Mariel Norambuena

 

Los océanos hoy cubren más del 70% del planeta, producen al menos el 50% del oxigeno de la Tierra y son la principal fuente de proteína de mil millones de personas en el planeta. Son una parte fundamental de la biósfera. Lamentablemente, millones de sus especies están destruidas y mermadas (Naciones Unidas, 2024).

 

Son innumerables los videos y publicaciones escritas en internet, en las que podemos ver el efecto de la intervención del ser humano en ellos. Desde plásticos, hasta la pesca desproporcionada de muchas especies. Ninguno de nosotros está libre de culpa, pero lo importante hoy es crear acciones o dejar de hacerlas para preservar esa gran masa de agua esencial para nuestra vida.

 

Pero hoy quisiera hablarles de mi amor profundo al mar. Probablemente, esa admiración proviene en gran medida de mi padre; no porque fuese marino o especialista, si no por las largas tardes en la playa disfrutando de las olas, nadando hasta las boyas, buscando pulguitas o haciendo castillos. Hoy, he dejado los castillos, mas no el placer que me provoca contemplarlo, sumergirme en él y sentir la brisa recorriendo mi cuerpo.

 

Es cierto que con los años he aprendido a tenerle más respeto; sin embargo, mi conexión con él sigue intacta o, incluso, crece. Ha sido testigo de mis más profundos pensamientos, confesiones, vivencias. Mirarlo me produce una calma difícil de explicar y zambullirme en él o flotar me regala la sensación de estar limpiando, no solo mi cuerpo, pero mi alma.

 

Observar el mar me produce la extraña sensación de ser diminuta y parte de un todo, a la vez, provocando en mí gratitud, una coherencia indescifrable en la que me siento cómoda, contenida y amada.

 

 

Referencias

Naciones Unidas (2024) Día Mundial de los Océanos. 8 de junio. https://www.un.org/es/observances/oceans-day