Por Luis Sagüés Garay

Es inaudito que un gobernante que cuenta con la aprobación de una cuarta parte del chileno, quiera imponer una verdad histórica oficial, de lo que fue el 11 de septiembre de 1973.

El presidente Boric que jamás vivió esa época, aún no había nacido, y por su temperamento y declaraciones reiteradas, se ve que no ha tenido la inquietud de informarse cabalmente de lo que efectivamente ocurrió.  Y que desencadenó los sucesos conocidos luego, como golpe, pronunciamiento, revolución militar, o simplemente dictadura. Luego, emite epítetos, y eslóganes vacíos, que distan fundamentalmente de la realidad de aquella época. Y aventura juicios absolutamente, sesgados sobre lo acontecido. 

La realidad histórica, plasmada en una serie de libros, revistas, documentos, publicaciones, en los diarios de la época, videos proyectados en tv, demuestran una realidad que dista mucho ser un capricho militar, un cuartelazo, o una pretensión desmedida de un agitador político paranoico.

El país vivió antes del once, un desmoronamiento de la institucionalidad, en el intento de los partidos de izquierda, o colaboradores con esta, de destruir el modelo democrático, para sustituirlo por uno acorde con la ideología marxista. Para ello el gobierno de la UP, utilizó todos los instrumentos legales, que se fundaron en los llamados “resquicios legales”, para perpetrar su objetivo.  El Partido socialista en sus tres últimos congresos de la Serena, Linares y finalmente Chillán, manifestó su categórica convicción, que” la única manera de obtener sus fines, era a través de la lucha armada”. Para ello se prepararon durante los tres años de la UP, organizando milicias equipadas con material de guerra, y muy bien entrenadas, por combatientes cubanos, para ofrecer un fiero ataque al Ejército chileno. El presidente Eduardo Frei Montalva, lo denuncia en una entrevista a la prensa europea, “tuvieron más de 20 mil hombres armados y entrenados para combatir al ejército nuestro”, derrotarlo e implantar en Chile una dictadura del proletariado como la cubana. Lo mismo declara el ex presidente Aylwin, a periodistas europeos.

Miles de industrias y empresas prósperas, fueron confiscadas por la UP.  Cientos de campos fueron tomados ilegalmente por los activistas políticos comunistas. Esta anarquía produjo un descalabro económico que se reflejó en un dramático desabastecimiento, una inflación descontrolada (600%) y una incertidumbre que terminó paralizando al país.

Queda harina para tres días más, declaraba por cadena, Salvador Allende poco antes del 11.

Mientras las huestes armadas de la UP, marchaban al grito de “el momio al paredón la momia al colchón”, y revolución, conciencia, fusil. Mir, mir, mir. 

Esta caótica situación que afectó a todas las actividades, Codelco paralizado por una huelga de trabajadores indefinida, el trasporte, de carga y pasajeros detenido. Combustible rigurosamente racionado. Hospitales sin atención, llevó al país pleno a solicitar la intervención de las FF. AA y de Orden. Estas, sin poder eludir el clamor inmensamente mayoritario los chilenos, asumieron el serio compromiso de hacerse cargo de la terrible situación. Dura realidad la de tener que normalizar una condición tan adversa, contra fuerzas poderosas, que pretendieron desde el primer momento, recuperar el gobierno.

Las FF. AA y de orden, haciendo uso de sus medios y utilizando la legítima fuerza, comenzaron la dura tarea de desarticular los grupos armados, muchas veces enfrentándose a ellos. E ir, recuperando paulatinamente la paz indispensable, para hacer funcionar al país. En este empeño, hubo enfrentamientos en que necesariamente se abatió a milicianos armados que querían mantener el estado de anarquía, imperante hasta ese momento. Las bajas las ha entregado el Informe Rettig, y representan un número lamentable, tanto de militares como combatientes de izquierda. Pero esto, aún que doloroso, es muy inferior a otros episodios conocidos en el mundo, donde el marxismo se ha impuesto a sangre y fuego.  Jamás las FF. AA habrían querido tener que emplearse así, pero las circunstancias fundadas en la doctrina que la única vía, para establecer el régimen comunista era la fuerza, lo hicieron inevitable.

Por eso, cuando el actual mandatario sostiene que “el Golpe de Estado quebró la democracia en nuestro país” contradice la realidad de aquel momento. La democracia venía siendo quebrada sistemáticamente, por las fuerzas políticas que actualmente lo sostiene a él, como el PS y el PC. Desde el primer momento en que Allende ante las cámaras de TV del país entero, dijo a Régis Debray - periodista marxista francés - que él había firmado el Estatuto de Garantías Constitucionales, sólo para acceder al gobierno, indicaba que no tenía ninguna intención de cumplir su promesa. Porque quería como revolucionario que era, imponer en Chile un “socialismo integral”. Eso fue lo que trató de hacer por todos los medios, y que destruyó la democracia. Porque es incompatible esta forma de gobierno, con una dictadura del proletariado.