¡Al abordaje muchachos! Jamás se ha arriado nuestra bandera

Por Luis Sagüés Garay

Van casi quedando en el recuerdo del olvido, las gestas heroicas que antaño estremecieron a Chile de orgullo y honor. Don Arturo Prat Chacón un verdadero Leónidas chileno que, con un puñado de jóvenes patriotas, se batió, en un barquichuelo de madera vetusto y casi inmóvil por la fatiga, con el más temido e invencible acorazado peruano. Y rindió su vida junto a la mayoría de sus hombres, sin mancillar nuestra bandera, con una rendición oprobiosa.

 El Huáscar, en su segunda embestida triturante, recibió sobre su cubierta - en un abordaje temerario y suicida- al capitán Prat, - quien espada en ristre, seguido por el Sargento Juan de Dios Aldea y el marinero Arsenio Canave - alcanza a desplazase algunos metros sobre la cubierta del blindado peruano- antes de caer acribillados por la fusilería del poderoso monitor.  Posteriormente a ello, y motivados por el heroico ejemplo de su capitán, el teniente primero Ignacio Serrano, junto a otro grupo de audaces, intentan, abordar la nave enemiga. Pero una tromba de agua entra por el impacto del espolón e impide esta maniobra. A la tercera y feroz embestida del invencible acorazado, dos marineros Eduardo Cornelio, y otro, cuyo inmortal anónimo, prende en el tope del palo de mesana, de la inmarcesible corbeta Esmeralda, logran su cometido.

La historia ha descrito con letras de bronce esta epopeya, conocida en todo el orbe como un ejemplo de sacrificio patrio y de valor heroico. El insigne historiador don Francisco Antonio Encina Armanet, comenta en su Historia de Chile, que el resto de la guerra después de este combate “fue una carnicería inútil”, porque este conflicto casi ignorado hasta ese momento, por gran parte de los chilenos, que se desarrollaba en territorios peruanos o bolivianos, no motivaba a la población.

Después de conocido el desenlace del 21 de mayo. Los cuarteles de los regimientos se llenaron de voluntarios, que querían ir, sin ningún entrenamiento y con armamento precario a combatir al norte.

Fue una espontánea y libre inflamación de entusiasmo patrio, que movilizó a Chile entero.

Aquí en Iquique, ese 21 de mayo inolvidable, -según Encinas - definió categóricamente, el resultado de la guerra.