Por Luis Sagüés Garay
Conmemoramos esta semana el 5 de Abril, un aniversario más de la batalla de Maipo. Hito casi olvidado en la memoria obnubilada -por asuntos contingentes de los chilenos- que muestran la bajeza de móviles, que empujan el día a día del acontecer nacional.
Este episodio épico fue para casi todos los entendidos, el más trascendente de nuestra historia independiente. En él se enfrentaron dos ejércitos muy bien preparados con una vocación ejemplar y una carga emotiva difícil se igualar. Por un lado, el Ejercito realista español, formados por cuadros profesionales en su gran mayoría traídos desde la península hispánica, que, comandados por oficiales veteranos triunfadores en las luchas napoleónicas, hacían gala de su formación, profesionalismo y entrega.
El Ejército chileno rigurosamente entrenado en Mendoza, por también oficiales expertos y veteranos en las luchas contra Napoleón en España, demostraba una excelente preparación bélica y además una profunda convicción de lo importante que era deshacerse de la molesta tutoría de la corona borbónica, ya desgastada, incompetente y corrupta.
Después de la trágica “sorpresa “de Cancha Rayada, los dos Ejércitos se enfrentan definitivamente en los llanos del Maipo. Consientes que esta es la última oportunidad para demostrar la superioridad bélica, que permitía a unos, la prolongación de la realeza castellana en Chile y a los criollos, la definitiva independencia de la monarquía española.
El enfrentamiento comienza a tempranas horas de la mañana de ese 5 de abril, y continua incansablemente durante todo el día. Sin que, hasta avanzadas horas de la tarde, se decida quien triunfa en esta dura contienda. Los encuentros llenos de pujante heroísmo, se suceden y multiplican. El veterano militar José de San Martín, exclama. Nunca he visto en mi larga experiencia profesional, una lucha más comprometida y ardorosa que se prodigan ambos bandos motivados por y una pasión inaudita. Producto del convencimiento y obligación, dada la importancia que ambos contendores atribuyen al resultado de esta gran lid. Al caer las horas de la tarde, en las casas de lo Espejo se define el resultado de este glorioso encuentro para los patriotas, que definitivamente abaten y toman prisioneros a los aguerridos realistas, que hidalgamente hacen entrega de sus armas, no sin antes, ofrendar sus vidas a su causa. Participaron en esta acción regimientos y escuadrones, de veteranos heroicos, vencedores en la península de las tropas napoleónicas, como el Regimiento Burgos, que hacía gala de su fiereza, al grito de guerra, de: ”Aquí está el Burgos 17 batallas ganadas ninguna perdida“. Esta fue su primera derrota a manos del imponente Ejercito de Los Andes, que lo hacía al lema de uno de sus más destacados oficiales “O vivir con Honor, o morir con Gloria”.
El Ejercito de los Andes había conseguido la mayor de sus victorias contra una fuerza bélica de honrosa tradición histórica. "Los triunfadores de Bailén”, que, en aquella oportunidad, derrotaron al omnipotente ejército francés. Ahora derrotadas en Maipo, por el no menos grandioso Ejercito de los Andes.
El epitafio que adorna el monumento que hay en el templo votivo de Maipú, dice: “A los vencedores de los vencedores de Bailén”.
Esta es en parte, la tradición casi desconocida, que se anida en lo más profundo del combatiente chileno, de nuestro actual Ejército. Y explica, por qué, no ha sido jamás vencido.