Por Luis Sagüés Garay

El sistema de pensiones o jubilaciones, a través de las cajas reaseguradoras- como se llamó en algún tiempo- colapsó por mal manejo, corrupción, y falta de fondos que pudieran soportar las sucesivas pensiones y compromisos, que se iban generando. Mientras los cotizantes que aportaban con una insuficiente cantidad de sus sueldos disminuían, progresivamente. Al contrario, los jubilados y beneficiados por estas cajas reaseguradoras, aumentaban rápidamente. Esta situación -el Estado benefactor- trató de abordarla, haciéndose cargo de pagar las jubilaciones o pensiones, que las cajas por estar desfinanciadas no podían cubrir. En los años 1980, esta situación llegó a su clímax. Poque las distintas cajas previsionales, además de pagar las pensiones, se comprometían a otorgar servicio de salud, prestamos de viviendas, préstamos para otras necesidades como sostenimiento de huérfanos y viudas, que se apartaban aún más, del principal objetivo que tuvieron al crearse, que era la pensión o jubilación de sus cotizantes.

El Estado no podía seguir soportando este tremendo gasto, sin afectar seriamente el desarrollo del país, al ocupar casi todos los recursos generados por los impuestos, en esta auto obligación.

Se creó entonces un sistema que utilizando el dinero de los cotizantes (10% de sus sueldos o salarios) más los aportes patronales y del estado, ofreció – a través de una administración privada – multiplicar estos ahorros en cuentas individuales del ahorrante (AFP), que, con el devenir del tiempo, permitieran pensionar a sus beneficiarios recibiendo, una pensión proporcional a lo cotizado y al sueldo promedio que el trabajador hubiese tenido durante su vida laboral. Esto desvinculaba al Estado de la obligación de pagar con los impuestos de todas las personas, las pensiones y ponía estos fondos de los cotizantes, en organismos que se comprometían a multiplicar los aportes de los trabajadores, por un porcentaje prudente de estos. Todo esto lo supervisaba el Estado, a través de la Superintendencias de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). El mismo año, de la creación de este sistema, se creó el Servicio Nacional de Salud, que tuvo la misión con el aporte de los trabajadores, (7%) del sueldo, cubrir las necesidades médicas de los estos y sus familias. Costo que antes realizaban las cajas reaseguradoras. Las AFP ya descritas, tenían en su marco legal de creación, un acotado sector de bienes en los cuales invertir los fondos de sus ahorrantes. Conforme a esto, los fondos pueden ser invertidos:

a) En acciones de sociedades anónimas abiertas, en Chile, donde el retorno que se obtiene de la inversión viene dado por la variación del precio de la acción entre dos períodos determinados.
b) Instrumentos de renta fija en Chile.
c) En inversión extranjera, donde los fondos de pensiones, puede ser destinados tanto a instrumentos de renta fija, como acciones en el exterior.

Este manejo de los fondos de la AFP en los últimos 35 años, a generado una utilidad para los ahorrantes, que se puede expresar en forma muy gráfica: de cada peso ahorrado por el cotizante, este se ha transformado en tres pesos. Es decir, si un ahorrante ha acumulado en sus fondos 10 millones de pesos salidos de su 10% de cotización, hoy puede observar en su cartola individual, 30 millones de pesos. Además de lo anterior jamás se ha perdido un solo peso de los cotizantes.
Las AFP cuentan a la fecha indicada (17-06-2024) con 9.5 millones de afiliados activos.

Es perfectamente comprensible que el sistema no es perfecto. Pero un inconmensurable progreso respecto a las antiguas cajas reaseguradoras.
Entre los defectos del sistema de ahorro individual (las AFP), es que están peligrosamente afectas, a los vaivenes políticos, que permanentemente están tratando de hacerse de los fondos que han ahorrado los trabajadores, y que a le fecha en total, llevan acumulados más de 250 mil millones de dólares. Una referencia. El presupuesto de la nación hoy es cercano a 90 mil millones de US$ anuales. Este riesgo ha se consumado en Argentina.

Este gobierno actual, absolutamente contrario al sistema de ahorro individual de los trabajadores (AFP) ha hacho ingentes esfuerzos por cumplir con su promesa de campaña de terminar con las AFP. Si esto se consumara como en Argentina. ¿Dónde irían los fondos de los trabajadores que actualmente están en las AFP? Que, con los retiros autorizados por el parlamento, se ha demostrado que son propiedad de los trabajadore y efectivamente existen en aquellas instituciones (AFP) creadas en los años 1980.
Seguramente en esta eventualidad ya desprotegido el sistema por una ley simple, irían a una institución fiscal, administrada por el gobierno, quién tendría como es habitual en el sector público, absoluta disponibilidad de ellos.

El comienzo de la actual reforma de pensiones, que ha sido aprobada por el parlamento, tuvo inicialmente la intención de suprimir las AFP. Afortunadamente esto no fue concedido por una débil posición. Y aunque la reforma tiene varios aspectos muy criticables, en general, sólo con la mantención del sistema de ahorro individual, (AFP) que puede ser permanentemente monitoreado por sus dueños - los cotizantes ahorrantes o trabajadores - resulta si no lo mejor, al menos algo no tan malo.