Por Luis Sagüés Gray

Es indispensable poner en evidencia algunas de las falencias, argumentales de la última cuenta del presidente Boric. En ella sostiene con optimismo, que la lucha por recupera la paz en Chile, pasa por mejor dotación de medios materiales a las policías, como así mismo, el aumento en su contingente humano. Todo lo anterior no permite suponer que el descontrolado aumento del delito valla a disminuir. Y menos a terminar. Lo que las policías necesitan es apoyo político, que estas importantes instituciones sientan, que el gobierno las está apoyando cuando en cumplimiento de su mandato, tienen que usar las armas para reducir a los antisociales.  Y que evidentemente en los hechos, el gobierno los respalda categóricamente en esta su misión. Lo que ocurre común mente, es que las autoridades del mismo cuerpo de Carabineros dependientes del Ministerio del Interior, -es decir del poder político- cuando un efectivo, usando su arma de servicio abate a un delincuente, inmediatamente una pléyade de fiscales y asistentes judiciales, lo sindican como violador de los derechos humanos, siendo casi simultáneamente suspendido de sus funciones, separado de la institución y perseguido judicialmente por fiscales y jueces de tendencia socialista. Dejan en la más absoluta indefensión al policía, y sometido a la injusta condición de defenderse por sus propios medios. Esto ha hecho que el actuar de carabineros se haya prácticamente suspendido. Los policías no quieren actuar conforme los mandata la ley, y prefieren naturalmente no perder su carrera a exponerse a la insana actuación de la justicia garantista y política. Lo que quieren los agitadores y promotores de la violencia política, es anular el actuar del policía. Y en el último tiempo lo han conseguido plenamente, lo que se refleja en el alza imparable de la criminalidad y los delitos de todo tipo. Lo que aquí se necesita es, un apoyo categórico e irrestricto al actual e los policías, cuando utilizan la fuerza legal, para reprimir a los delincuentes comunes y terroristas subversivos. Esto cambiaría absolutamente el panorama y en muy poco tiempo el país volvería a vivir la tranquilidad que ha sido destruida por esa forma de actuar del poder político.

Otro aspecto de fundamental importancia expuesto en la cuenta del mandatario es el económico. Se ha escuchado y observado con estupor, que la economía viene mostrando signos de recuperación, que el presidente ha definido con una muy conocida frase, que utilizó uno de los más desastrosos efectos económicos de los últimos 30 años. Se pueden observar “brotes verdes” frase usada por un ministro de Hacienda de la presidenta Bachelet en su gobierno. Nada de esta gozosa situación percibe el habitante común de Chile. Muy por el contrario, ve cada día - en el supermercado - como sus ingresos son devorados por la inflación, su poder adquisitivo disminuye y con dificultad le alcanza para llegar a fin de mes. El país vive una de las más serias crisis económicas desde el nefasto Gobierno de la UP. La inversión la inflación y del desempleo, muestran cifras que solo pronostican en el mediano largo plazo, una caída en el crecimiento. Tan necesario para superar el subdesarrollo, que el país incluyendo el gobierno de presidente Piñera, venía mostrando con distintos índices de intensidad.

Es imposible recuperar la Inversión si el gobierno no despeja definitivamente la incertidumbre. Si él quiere apoyar o no, el modelo liberal del libre emprendimiento que ha dado a Chile, los años más prósperos de su historia. O, definitivamente prefiera adoptar el fracasado sistema socialista, que impera en todos los países que se debaten en la miseria, y el sub desarrollo. En uno de sus viajes al extranjero a entusiasmar a los inversionistas, para que trajeran sus capitales a Chile, el presidente Boric, declaraba que en el coexistían dos almas. Una que quiere destruir el sistema capitalista liberal y otra permitirle su libre y definitivo desarrollo. Mientras en su más recóndito interior no se defina esta trágica disyuntiva, es imposible atraer capitales privados extranjeros.

Si no hay inversión no hay desarrollo y sin este, es imposible derrotar la pobreza y el atraso generalizado, que impera en los países socialistas.