Un proceso constituyente plagado de irregularidades e ilegalidades. No se llamó a consulta soberana, sobre, si la ciudadanía quería un nuevo proceso constitucional después del rechazo multitudinario que tuvo el anterior. Pero que, sí,había sido aceptado por un plebiscito de ingreso. Hay que leer el capítulo XV de la Constitución actual, para convencerse de que este nuevo proceso constituyente, no estaba permitido. Las normas constitucionales actuales no facultan a los poderes colegisladores para elaborar una nueva Constitución. Ellos los parlamentarios, que son los “poderes colegisladores” lo hicieron de facto.
Esta nueva propuesta Constitucional, permite un aumento indiscriminado del estado, porque elimina el concepto de estado subsidiario, reemplazándolo por uno de “estado social de derecho progresivo” es decir en la práctica, el estado es único que puede y debe resolver los problemas de las personas. Esto como ya hemos visto, es impracticable, porque la burocracia estatal, que ocupa todos los espacios públicos posibles, es conocidamente indolente, incompetente y tramitadora. Es imposible de controlar y ordenar.
Por otro lado, el estado subsidiario, que está implícito en la constitución actual (Capítulo lll “La constitución asegura a todas las personas: Artículo 21” El derecho a desarrollar cualquier actividad económica que no sea contraria a la moral, el orden público o a la seguridad nacional. El estado y sus organismos podrá desarrollar actividades empresariales o participar en ellas, sólo si una ley de cuórum calificado los autoriza.
Esto significa que la actividad privada, tiene amplio respaldo en la actual constitución.
Quedando el estado burocrático, autorizado a realizar actividades, que no pueden realizar los privados. Esto explica el tremendo desarrollo que ha tenido este país en los últimos 50 años, que nos ha permitido salir del último lugar en américa latina - en los años 70 del siglo XX - al primero en la actualidad, en todo orden de cosas que tiene relación con el bienestar social. Por eso es Chile en la actualidad, himán de atracción para los empobrecidos en sistemas socialistas de derecho progresivo, como Cuba, Venezuela, Norcorea, Argentina, y Bolivia.
No se justifica entonces cambiar, esta actual Constitución, probadamente exitosa, por una que amplía las incertidumbres y no da ninguna confianza que pueda dar positivos resultados.