Por Luis Sagüés Garay
La Constitución que se va a someter a la aprobación o desapruebo de la ciudadanía, tiene una serie de falencias que no presenta la actual Constitución vigente, como por ejemplo: en materia de limitación de derechos, la Constitución del 80, impide la limitación de derechos individuales. El derecho de propiedad -en la actual constitución- solo tiene acotadas restricciones, como por ejemplo en materia de vedas o expropiaciones. Pero la libertad de culto, no puede ser limitada. Tampoco el derecho de los padres para educar a sus hijos, en cambio en la nueva propuesta, esto queda sujeto a una ley simple. Es decir, circunstancialmente una mayoría simple en el parlamento (50% más 1 de los parlamentarios) puede decidir mandar sacar de las escuelas todas las imágenes religiosas, si consideran que la educación debe ser absolutamente laica. Todos los colegios católicos o de cualquier otra creencia religiosa, no podrían funcionar. Esto contradice absolutamente la libertad de los padres para poner a sus hijos en un colegio, que imparta una educación, acorde con la creencia de sus progenitores.
Esto permite que, los opositores a estos derechos -la izquierda- vaya conculcando nuestros derechos sistemática y pausadamente, mediante simples leyes de mayoría circunstanciales. Y de esta manera lograr lo que ellos siempre han querido: sociedades como en los países comunistas de la antigua URSS, o actuales como Cuba, Venezuela, Norcorea, o China comunista. Esta es una propuesta absolutamente habilitante para conseguir paso a paso y democráticamente su paraíso comunista.
Otro aspecto muy preocupante es la definición que hace la nueva propuesta de país. Esta reza: “El Estado de Chile es social y democrático de derecho” Capítulo l, Articulo 1, N°3. Lo que significa, que el Estado debe proporcionar los medios para satisfacer las necesidades. Esto cambia sustancialmente el concepto de país subsidiario, en el que, a las personas utilizando su libertad, talento, esfuerzo y competencia, se les incentiva, a desarrollar su propio proyecto de vida. Con este nuevo país social, se anula la iniciativa privada, convirtiendo en la práctica conocida, a las personas en mendicantes del Estado y dependientes de los políticos que lo administran. Es lo que llama el economista austriaco, Friedrich Von Hayek, (Premio Nobel) “camino de servidumbre”, que es en los hechos - el resultado de las sociedades-de todos los países que han adoptado la receta de Estado social de derechos progresivos.
La actual Constitución vigente ha probado en 40 años de ejercicio, que ha sacado a Chile del último lugar de América morena y lo ha puesto en el primero en todos los índices de desarrollo humano, porque estimula la iniciativa libre -afincada en la naturaleza del ser humano- para resolver por sí mismo sus dificultades. Además, todo esto se ha logrado en libertad y democracia.
Si se desaprueba esta propuesta de nueva Constitución, seguiría vigente la actual.