Por Luis Sagüés Garay
Este problema afecta más a la casta derechista que a la de izquierda, porque la conclusión final parece ser: voy a votar apruebo, pero quiero que gane el rechazo. Lo anterior es una perversión propia de una clase política que ha puesto en el primer lugar del escenario, lo que a la gente normal y corriente no le interesa en absoluto.
Existe la certidumbre, que cualquiera sea el resultado de la decisión soberana, el 17 de diciembre, el país no experimentará ninguna mejoría en lo que es el foco del sentir nacional: delincuencia, inflación, salud, pensiones, trabajo, vivienda, educación, y que visualiza, son los problemas acuciantes del momento actual.
Que demostración más palmaria de la infinita separación de los problemas que le importan a la gente, respecto a los problemas que preocupan a la “casta política”.
Esta realidad, de una élite que no se preocupa de las falencias que afectan al pueblo, y de enfrentar los problemas que este tiene como prioritarios, llevó en el siglo XVlll en Francia, a una revolución que produjo más de 300 mil muertos.
La élite política de aquel tiempo, discutía en el palacio de Versalles, los más sofisticados problemas filosóficos sociales, mientras una burguesía trabajadora (clase media) abrumada por los impuestos - para sostener - a la clase dirigente, se debatía en la angustiante pobreza o miseria.
Toda esta incertidumbre e injusticia para un pueblo hambriento y cansado de la indolencia de su clase dirigente, terminó en una degollina – en un artefacto inventado para esta ocasión- en que pagaron muchos inocentes y también culpables.
El mal gobierno que realiza Boric, destaca aún más este escenario, llevamos casi dos años enfocados en resolver un problema artificial, la Constitución.
Mientras los males actuales: la delincuencia común a todo nivel, el terrorismo en la macrozona sur, el aumento de las listas de espera en los hospitales, con la casi destrucción de las ISAPRES, el desmantelamiento de las AFP, que no solo no ha mejorado las pensiones, sino las ha empeorado, la masiva deserción escolar, la urgente falta de vivienda, mientras la disminución de la construcción alcanza al 50%, lo que agudiza aún más el desempleo que casi llega a 2 dígitos, aumentan y golpean especialmente a los más necesitados.
La gente vive esta realidad, mientras en La Moneda (el Versalles chileno) celebra con bombos y platillos, los 50 años del periodo más dramático de nuestra historia, cuando el enfrentamiento entre chilenos era inminente a no mediar la intervención de las F.F. A.A. y de Orden.
Dos mundos, dos realidades, una sola crisis política. Los elegidos por la ciudadanía - pagando un alto costo para resolver sus graves dificultades- dedican todo su tiempo a solucionar sus contradicciones, que distan sideralmente de lo que a los chilenos realmente les aflige.