Por Luis Sagüés Garay
Por fin un largo, tedioso, carísimo e inútil proceso constituyente. Para saber, lo que la gente ha venido diciendo, desde también, hace mucho tiempo. La Constitución no es el problema de Chile,- como dicen los políticos- al revés, la Constitución que nos rige desde 1980 y modificada innumerables veces, ha dado a este país, los años más virtuosos de su Historia. Esto todas las encuestas lo vienen diciendo hace ya mucho tiempo. Pero “la casta” política -a la que esto no le cuesta nada – lo pusieron insistentemente como una prioridad para solucionar las dificultades, haciendo de ello, la punta de lanza de su ocupación. Pero lo que no advirtieron, es que hoy la gente ha concluido, que lo que, si, es un grave problema, son los políticos, inútiles, mediocres, incompetentes costosos y embusteros. Llevamos casi cuatro años enfrascados en discusiones bizantinas, que sólo nos han hecho perder el tiempo y la atención, para resolver los evidentes problemas: la delincuencia, la salud, las pensiones, la educación, la vivienda y hoy gracias a este gobierno refundacional, la inflación, la cesantía y la parálisis económica. En esto que es urgente, aun no se hace nada positivo. Lamentablemente, los políticos más recientemente elegidos para abordar esta perversa idea de cambio constitucional, han sido hipnotizados por la pandemia refundacional y han bailado al ritmo y mandato, de los que inventaron este jueguito.
Pero de esta traumática experiencia -para el país- podemos sacar una serie de enseñanzas.
El objetivo para la izquierda chilena liderada por el PC, solamente busca una instancia para establecer - a como dé lugar -su modelo económico político y social probadamente fracasado en todo el orbe,
La democracia un sistema ingenuo, no tiene las defensas para impedir enérgicamente este permanente riesgo.
Se hace evidente que una mentira sistemáticamente repetida se transforma en verdad.
La propaganda puede controlar a mayorías circunstanciales y obnubiladas, que pueden llevar al país a un despeñadero.
El ejercicio de la política, debiera exigir a sus protagonistas, un alto grado de preparación y competencia, lo que minimizaría situaciones como las que hemos venimos conociendo reiteradamente en nuestro país.
La gente tiene un grado de sentido común, mucho más importante que el permanentemente supuesto. Esto ha permitido en este proceso, que esta Constitución que nos rige exitosamente, haya sido como ninguna otra, conociendo su origen, en cuatro oportunidades legitimada, ampliamente por la ciudadanía, en multitudinarios plebiscitos.