Por Víctor Méndez Navea

Al comenzar a escribir este artículo, busco antecedentes, y san google me ayuda un poco técnicamente, pero no me sirve, así es que voy a contarles un poco de forma coloquial lo que se dice del dueño chileno de la luna. Fue un gesto poético. Resulta que en Talca había un club social en el que había muerto uno de los directores entonces, alguien invitó a Jenaro Gajardo Vera, abogado, chileno,  para proponerlo para el puesto, pero un director se opuso porque Jenaro no tenía propiedades como los demás que eran propietarios de grandes extensiones de tierras y muchos bienes, la reunión terminó tarde y se retiró caminando por la plaza, había esa noche una hermosa luna llena, la miró, días después habló con un notario de Talca, Sergio Jiménez Fuenzalida, quien la inscribió  en el conservador de bienes nacionales y le dijo, tienes razón la luna tiene dimensiones y nadie la ha inscrito, publica un avisito en el diario oficial y si nadie reclama, la luna es tuya, claro que todos te van a decir loco. Nadie reclamó, volvió al club social y el director que se opuso se retractó. Hasta aquí lo que podría ser una burda traducción de un artículo que me envió mi fonoaudióloga Francisca Catalán pero, mi hijo que es tan o más bueno para leer que yo, me manda un artículo que habla del Tratado del espacio exterior de la ONU de 1967 que no deja espacio a la interpretación y que dice “ninguna nación puede, bajo ningún concepto, reclamar la propiedad de una estrella o de un cuerpo celeste, en base a esto, la luna es de nadie. Sin embargo, un hombre, de nombre Dennis Hope, ha osado interpretar este tratado. Alega que, si bien la propiedad nacional está prohibida la propiedad individual no, así fue como Dennis Hope se apropió de la luna a título personal y desde entonces su empresa Lunar EMBASSY, está vendiendo terrenos en la luna.

Espero se haya comprendido bien, después de mi ACV me cuesta ordenar mis ideas, pero, lo que más me interesa es que quede claro que, muy a luna nuestro pesar, la luna no es chilena

VMN