Una vez alguien me dijo, Juan Pablo, al escribir estamos registrando la historia que en 100 años más otros consultarán en la biblioteca nacional. Hoy quiero compartir con ustedes un interesante artículo del año 1930, que relata la problemática del momento en los caminos; se puede comprender el pensamiento de la época y el contexto, espero que les guste.
Publicación:
“El Automóvil Club de Chile, haciendo suya la denuncia de numerosos socios, se ha dirigido al Ministerio de Fomento, poniendo en conocimiento de las autoridades de un hecho que de por sí es grave.
Se trata de impedir el paso de los automovilistas, en el camino de Curacaví en las inmediaciones del lugar denominado Los Cerrillos. Para ello, según las denuncias de los socios, no se ha colocado otra señal que la muy elocuente de atravesar disimulados en el suelo, dos grandes tablones como el que ilustran la fotografía, que ha sido traída a la Institución, por uno de los damnificados, erizados de clavos de grandes dimensiones, que no solamente desinflan los neumáticos, sino también destruyen los forros.
Hemos visto las publicaciones que han hecho por los diarios los que protestan por el sistema empleado, y así como hemos leído también la defensa de algunos ingenieros, hemos escuchado razones de pro y contra para el mencionado método.
Según los automovilistas, aparte de su abuso constituye una barbaridad recurrir a este método, sobre todo, cuando no se colocan avisos, ni se atraviesan en el camino donde debe prohibirse el tráfico, troncos o cualquier objeto que realmente impida la pasada.
Según los autores del sistema, (que han declarado ante testigos que los tablones con púas han sido colocados por orden de la Dirección General de Caminos) ha habido letreros, alambrados de púas, y tablones, los primeros, para los que saben leer, los segundos, para los que no saben leer, y los terceros, para los que saben leer y no quieren comprender. Aparte de todo esto, de los cuidadores de día y de noche que prohíben la pasada y de los carabineros que también intervienen en algunas oportunidades.
*Deberes de la empresa constructora*
Es sabido que con motivo de la colocación de estos tablones, se han producido serios incidentes. Pero supongamos que los automovilistas no hayan hecho caso de los carteles (que se asegura no han sido colocados) ni de los alambres de púa ni de los serenos, que al parecer también han tenido orden de romper a balazos los forros de los automóviles que crucen, y que al final, solo se hayan detenido, cuando los clavos de los tablones, (colocados según las declaraciones hechas ante testigos, por orden de la Dirección de Caminos), es indudable que solo hay un responsable en todo; un solo causante de todas las molestias ocasionadas: la Empresa Constructora.
Es posible que no estemos equivocados, al sostener que la Empresa Constructora de ese camino y de cualquier otro, tiene la obligación de habilitar la pasada al público, cuando por razones de la construcción deben suspender el tráfico sobre la arteria principal.
Si como se desprende de las propias declaraciones de uno de los ingenieros, en el lugar que ha originado estas molestias, las adyacencias del camino por donde debe habilitarse el paso, están en un bajo, donde el agua convierte en pantano el lugar, es obligación de la Empresa, rellenarlo, y por todos los medios, dejarlo en condiciones de tránsito.
Si así fuera, y dado el caso actual en que se están construyendo caminos a Melipilla, Colina y Curacaví, si todas las empresas hubieran de proceder en la misma forma, el público estaría obligado a trasladarse en tren o en aeroplano, por que el resto de tráfico terrestre quedaría impedido.
Respetuosos como somos de la autoridad, creemos sinceramente que la colocación de tablones no ha emanado como se ha dicho de la Dirección General de Caminos, y hasta tenemos entendido, que en diversas ocasiones, se ha reclamado a la empresa constructora la habilitación del paso en los lugares donde se prohíbe el tráfico. Si la empresa no ha llevado de apunte esas indicaciones, si se ha burlado de ellas o si hace caso omiso de sus obligaciones, habría llegado el momento de hacer sentir por otros medios convincentes la obligación que tiene de atenderlos.
No hay sólo argumento discreto, que aminore la gravedad del denuncio que nos ocupa. El público en general, es respetuoso de las ordenanzas y de las disposiciones, que prohíben el tránsito en los caminos.
Creemos bien difícil que haya alguien, que haga caso omiso de los avisos, de los alambrados de púa y de los demás obstáculos que siempre una empresa tiene el recurso de echar mano, para evitar el tránsito, y mucho menos aún, cuando la presencia de carabineros o de serenos armados, pueden intervenir en oportunidad. En realidad, se ha descuidado la obligación de dejar en condiciones practicables, las adyacencias del camino que se construye, hasta que la paciencia del público mismo, ha dado lugar a los enojosos incidentes producidos.
Que se ha procedido con malicia es indudable. Los tablones disimulados en el suelo, cubiertos de tierra, lo prueban y lo que es peor, también lo prueba el ofrecimiento socarrón que hacían pocos metros más allá del lugar donde se pinchaban los forros, de quienes ofrecían parches, para reparar las cámaras.
A este paso, si se justifica el procedimiento, llegará el día, en que sea razonable, colocar contra una pared a los automovilistas que cometen un abuso, y darles cuatro tiros. Sería más pronto y expeditivo el sistema.”
LOS COMERCIANTES, HACENDADOS Y PARTICULARES QUE FOMENTAN LA CONSTRUCCIÓN DE BUENOS CAMINOS ESTÁN TRABAJANDO EN BENEFICIO PROPIO Y EN PROVECHO DEL PAÍS.