Por Juan Pablo Morales Farfán
A través de la historia, son innumerables los hombres y mujeres, algunos públicos y otros anónimos que aportan al progreso cultural, social y político de un determinado lugar. Algunos de ellos sobre todos los anónimos, se pierden sus huellas en el tiempo, mientras que algunas personas públicas los conciudadanos nominan calles, villas, etc. En Curacaví existe la población Max Fleschier. Por casualidad encontré la Sesión Nro. 40 Ordinaria, del miércoles 5 de enero de 1966 del Congreso Nacional, les comparto un extracto de ella: “El señor BUZETA (poniéndose de pie). -
Señor presidente, he dejado pasar varios días antes de rendir este justo homenaje al señor Max Fleischer, para no hacerlo bajo el peso del impacto que nos produjo la dolorosa noticia de su fallecimiento. Porque personas como él, que han sabido entregarse al servicio de los demás sin egoísmo, merecen que se les recuerde en la Cámara a través de las modestas palabras de este Diputado, que fue su amigo.
“Nació don Max, como cariñosamente le decíamos, en Alemania. Allí, junto con desarrollar viadas actividades particulares, militó también en un partido que, después de la primera guerra mundial, tuvo que enfrentar al movimiento nacista, dirigido por un dictador que se aprovechó de la desesperación de su pueblo.
Don Max debió sufrir moral y físicamente las consecuencias de su altiva posición, pues no cejó y salió a las calles a defender la democracia, hasta que, debido a la persecución de que fue víctima en su tierra, emigró a Chile.
Aquí, después de perder a su primera esposa, formó hogar con una distinguida dama chilena. Sus hijos ya han fundado familias que siguen trabajando por Chile, y él mismo se nacionalizó en ésta, su segunda Patria.
Se radicó en Curacaví, donde adquirió un pequeño terreno en cuyo cultivo demostró su tenacidad. Sembró y cosechó durante varios años en una empinada ladera. Las personas que transitaban por la comuna, siempre se admiraban de que este hombre hubiera transformado un cerro árido en un vergel. Su inquietud social lo hizo preocuparse por mejorar la situación de los modestos pobladores y campesinos, que viven en tan precarias condiciones.
Comprendió que la Democracia Cristiana le brindaba la mejor oportunidad para hacer efectivos sus anhelos. Por eso, ingresó a nuestro partido en horas muy difíciles para nosotros. Primero, fue modesto militante, más tarde, prestigioso dirigente. Por sus méritos Curacaví lo eligió en dos oportunidades, Regidor de la comuna, cargo que ejercía al momento de fallecer”.