Dolorosa derrota de Rancagua, 1 y 2 de octubre 1814, pero valiosa experiencia
Por Luis Sagüés Garay
Después de la sorpresa del Roble, donde Bernardo O’Higgins, había salvado la situación absolutamente perdida del ejército de los patriotas, al mando de José Miguel Carrera, la Junta de Gobierno, deponiendo a este último, encomendó su mando a Don Bernardo.
Carrera desobedeciendo esta designación, enfrento al nuevo comandante en jefe en Tres Acequias. En este momento se conoce del arribo de las tropas realistas, al territorio chileno, al mando del coronel español Mariano Osorio. Con un numeroso y poderoso ejército, compuesto por experimentadas y exitosas fuerzas, - triunfadoras en España- contra las invictas tropas de Napoleón Bonaparte. O’Higgins depone su mando y ante la inminencia de la invasión realista, se ofrece obediente a las órdenes de don Jasé Miguel. Este último, decide, después de controvertido estudio, detener a Osorio en Rancagua y dispone que las dos divisiones, la primera comandada por O´Higgins y la segunda por su hermano Juan José, enfrenten a este, en esa ciudad.
Comienza el combate con los primeros albores del 1 de octubre de 1814. Las veteranas tropas de Talaveras de la Reina, al mando del coronel Maroto, atacan por el sur el sitio defendido con una vigorosa respuesta de los bisoños patriotas. Una distinción, que sería una impronta de esta resistencia chilena, adornó con paños negros las astas de nuestra bandera, advirtiendo, que la acción sería a muerte.
Un episodio trágico, ambos bandos se prodigan con saña en destruir al enemigo, multitud de muertos y heridos. Los criollos inflamados por don Bernardo, no cejan y con mayor fuerza y coraje, se enfrentan con los realistas sin desmayo. Casi sin municiones, sedientos ante el corte del agua dispuesta por Osorio para doblegar la resistencia patriota, los sorprende la llegada del amanecer del día 2 de octubre. Ante la débil embestida de la Tercera división al mando don José Miguel Carrea, y frente a una definitiva derrota, O’Higgins ordena el retiro de sus tropas diezmadas y agotadas. Utilizando los pocos caballos, se organiza un pequeño grupo de sobrevivientes, para en temerario acto enfrentar los parapetos y trincheras que protegían las entradas a la plaza de Rancagua. Bernardo a la cabeza de este suicida grupo de patriotas, superando las bayonetas enemigas, abandona Rancagua.
Una dolorosa experiencia y con ella el término de este periodo de improvisado y controvertido liderazgo de los independentistas.
Pero una valiosa separación entre carreristas y o’higginistas, permitió a estos últimos, aportar a construir en Mendoza, el Ejercito de Los Andes. Que luego, de tesonero entrenamiento y consiente destreza, volver con valiosa organización militar, recuperar lo dramáticamente perdido en Rancagua.