Por Luis Sagüés Garay

Un aniversario de otra de las gestas heroicas que podemos mostrar los chilenos. Aunque sea muy poco destacada por ningún medio. Solo se puede saber, si se tiene alguna relación con quienes están haciendo el servicio militar. ¿Es que los chilenos especialmente civiles, no conocen, o no les interesan estas hazañas, que durante muchos años celebrábamos con entusiasmo y nos hacían sentir orgullosos de serlo? Pero hoy la preocupación está puesta en otros acontecimientos. Casi siempre muy relacionada con hechos delictuales. Cuando uno vuelve a revisar esta gloriosa gesta del 9 y 10 de julio del año 1882, y compara, lo que actualmente todos condenan, parece que el tiempo y la historia no hubiese traspasado siquiera la epidermis de la juventud chilena.

 Los protagonistas de este acontecimiento, eran muchachos, algunos casi niños, Luis Cruz Martines, poco más de 16 años, Arturo Pérez Canto, tenía meses más de 17 años, Julio Montt Salamanca 19 años y algunos meses. El más antiguo, Capitán, Ignacio Carrera Pinto, 33 años. Y los otros 73, chacabucanos, promediaban los 25 años de edad. Una pléyade de héroes inmortales.

El desarrollo del Combate comienza con la ocupación periférica del poblado, utilizando la numerosa superioridad del contingente peruano, apoyado por una gran cantidad de indígenas del lugar.  El Capitán peruano Gastó, inicialmente conmina al oficial chileno al mando de este destacamento del Chacabuco, a rendirse. Como parecía lógico dado la enorme superioridad de los peruanos. Contesta el oficial chileno Ignacio Carrera Pinto, por escrito, en el margen en blanco de la misiva de Gastó, lo que, para muchos, sería un orgullo poder mostrar en el epitafio de su propia sepultura

 “Mi nombre está grabado en bronce en la capital de mi patria. no seré yo quien lo manche. Dios guarde a Ud. Ignacio Carrera Pinto”

Su arrojo su entrega y su patriotismo, provienen de una herencia llena de honor y gloria, posiblemente desconocida, por el oficial peruano. Quien, también cumple con su deber, al ofrecer una humana salida al trance. El conocido final del combate deja una enseñanza de valor heroico y sacrificio inmarcesible en el corazón de los chilenos.

Lo esperable que las nuevas generaciones de jóvenes, conociendo esta epopeya, puedan construir una nación basada en el ejemplo de generoso y sublime amor a la patria.