Por Luis Sagüés Garay
La cereza un milagro más de nuestra industria agropecuaria, que ha sido reconocida como una Potencia agroalimentaria en el mundo. Todo comienza en los años setenta del siglo pasado, cuando el Gobierno de la época, decide impulsar una política de exportaciones agropecuarias, que, aprovechando las ventajas competitivas de un país del hemisferio sur, envía productos que se producen en verano, que son consumidos en el invierno del otro hemisferio. Esta situación que ha existido siempre, la aprovechó nuestro país desarrollando una industria exportadora de frutas y productos agrícolas, que consumen los países, pero que, por estar en invierno, su agricultura no entrega al mercado. Para ello, nos preparamos con tecnología de punta, impulsando la plantación de aquellas especies y variedades que eran las más solicitadas por los mercados, y que, además, tenían ingresos para pagar su mayor costo. El país además tenía una situación de tranquilidad y certidumbre, que permitía pensar en invertir ingentes recursos en negocios, que solo tendrían retornos comerciales, al menos a los 4 años. Se produce un boom de plantaciones de kiwis, paltos, uva de mesa, frambuesas, arándanos, cerezas, limones, manzanas, que inundan los mercados, norteamericanos, europeos y asiáticos. Esta certidumbre se basa en la tranquilidad del reconocimiento por parte del estado, del derecho de propiedad de la tierra, y término del proceso de reforma agraria. Y la entrega a los campesinos sujetos de este, los títulos de propiedad de la tierra, expropiada en este proceso. Otro gran pilar de seguridad y estímulo a la inversión en el campo, fue la promulgación del código de aguas, que, definiendo a estas “como un bien de uso público”, otorgaba además a los usuarios, un derecho de aprovechamiento por un prudente período tiempo (90 años). Esto permitía tener la seguridad de hacer una inversión en frutales, que tenia asegurada el agua de riego, por mucho más del tiempo, que la vida útil de los mismos. Esos años y todos los posteriores, dieron inicio a una poderosa industria alimentaria. Que hoy vemos con satisfacción, que produce generosos dividendos. Millones de personas hoy, tiene trabajo en la agricultura, fruticultura, viticultura y horticultura. Nuestro hermoso Valle del Puangue, también ha contribuido a este despertar productivo de nuestros suelos . En él, un número importante de fruticultores entregan al mercado chino las apetecidas cerezas, que además de su calidad organoléptica, tiene un delicado significado en las costumbres ancestrales de dicho pueblo. El color rojo, la forma redondeada del fruto y su dulzor, son signos de felicidad y prosperidad del que las consume. Y por esto y el momento en que llegan a su mercado (fiestas de fin de año y más tarde comienzo del año chino) están dispuestos a pagar hasta US$ 28 el Kilo.
Las perspectivas de aumento del mercado de nuestras cerezas en este país, son casi ilimitadas. Y podría duplicarse, si podemos garantizar, las cualidades de calidad y oportunidad. Actualmente hay en Chile 45.000 Ha de cerezas y producen ingresos de US$ 2.800 millones al año en retornos. Las últimas temporadas este rubro, ha generado trabajo para aproximadamente, 300.000 personas al año. Con salarios significativamente mejores que otros cultivos agrícolas.
Pero esta ventajosa situación, tiene amenazas muy preocupantes. En la primera propuesta constitucional, que fue denodadamente apoyada por este gobierno actual, se introdujo el concepto de los bienes” inapropiables” los que incluía, tierra, agua, aire, y sol. Afortunadamente la ciudadanía advirtiendo estos peligros y otros más, rechazó esta “constitución”. ¿Quién estaría dispuesto a plantar frutales, - que producen ingresos al tercero o cuartos años de ser plantados - sobre suelo que no le pertenece? Y que deben de regarse con aguas cuyos títulos de aprovechamiento -si los hay- deben renovarse todos los años. Todo sujeto a la determinación caprichosa, muchas veces, de un funcionario público.
Otra tremenda amenaza es la casi nula y deficiente fiscalización, por falta de recursos, que deben hacer el SAG, carabineros y controles de frontera. Sobre productos vegetales que introducen plagas como la mosca de la fruta, polilla del manzano, falsa arañita roja de la vid, y una serie de plagas cuarentenarias, cuya penetración se ha detectado actualmente. Esto, si se extienden sin control sobre zonas productivas de cerezas, podría detener inmediatamente los embarques. Significaría el termino de este verdadero milagro de nuestra, agricultura.