Por Luis Sagüés Garay

El mandato del presidente Boric se encuentra en una situación muy complicada, tiene que terminar su periodo tratando de realizar lo que la gente le ha conminado hacer en todos los cabildos electorales hasta el momento. Eso significa renunciar definitivamente, al proyecto que sus partidarios más cercanos le imponen, para seguir apoyándolo. La centroizquierda y la extrema, son las fuerzas políticas que apuntalan más definitivamente al gobierno. Pero ellos con un marcado sesgo marxistas, no renuncian al ideario programático de destruir el modelo neoliberal que ha dado a Chile el mayor progreso de su historia.

Para terminar su mandato, Boric tiene que decidir cortar con la alianza izquierdista que lo ungió presidente.

Muy difícil decisión. 

El país se desploma económicamente la inversión ha caído a niveles inusitados, la cesantía aparece como un fantasma difícil de detener, la inflación no cesa de golpear el bolsillo de los más vulnerable, la incertidumbre generalizada en el ámbito económico, ha frenado bruscamente el desarrollo. Ante esto el gobierno debiera renunciar públicamente a sus planteamientos programáticos y cambiar rotundamente su discurso de querer destruir el modelo.

Naturalmente esto lleva a un quiebre definitivo con los partidos que lo llevaron a la Moneda.

Esta terrible experiencia le ha costado al país un tremendo retroceso material y valórico. La delincuencia y la inseguridad ciudadana aumenta sin freno. La corrupción política es una realidad que ya casi no asombra a nadie. El retorno a una nación en crecimiento y encaminada al desarrollo se perdieron definitivamente. Es difícil evaluar, que significa esto en términos de pérdida para los chilenos. Por ejemplo, el sueño de la casa propia, se desvanece. cuando el 50% de las empresas constructoras está en quiebra.

El gobierno da manotazos de ahogado cuando sus ministros, un grupo de políticos de todas las tendencias y empresarios, se reúnen casi secretamente, posiblemente para llegar a un acuerdo y fijar una estrategia que de tranquilidad al inversionista para que se arriesgue a traer sus capitales, y reactivar al país que se desmorona.

La total pérdida de confianza en este gobierno hace cada vez más difícil que las medidas que tome, conduzcan a algún resultado positivo.

Cada vez se llega más trágicamente a la conclusión, que los acuciantes problemas descritos y conocidos por todos, sean resueltos por este gobierno, porque él, es, precisamente el origen de estos.