Con papá no había una relación parental de cariño, pero, sus historias de la hora de “onces” eran sagradas y de enseñanza machistas. contaba, que, en sus días de franco en su servicio militar, él y sus compañeros de armas buscaban los cines con películas subidas de tono, que en la época ofrecían matiné, vermouth, y noche, entraron a uno, se sentaron el cine apagó sus luces. Comenzaba la función, al lado de mi padre se sentó un hombre con cara extraña y en el desarrollo de la película puso su mano en la pierna de papá, para él eso era una tremenda ofensa, él rápidamente sacó su cortaplumas, corta uñas de uso diario, enterró y rajó, en la oscuridad, los gritos y la sangre hicieron un caos mientras él y sus amigos salieron del cine desentendiéndose. Así eran las cosas en aquel tiempo, esas historias marcaban mis enseñanzas machistas además de golpes, muuuuuuuchos golpes que hoy serían delitos y méritos para cárcel, para mí, fueron los motivos para abandonar la casa y ser parte de la calle, de los sin hogar, durante 8 años. En esa condición, en los 70 aun eran famosos aquellos cines y yo buscaba los que exhibían, a bajo costo películas de Bruce Lee y en la misma ronda podíamos apreciar a Gloria Guida, con muy poca o  sin ropa, linda, excitante, especial para mi edad adolescente. En una de esas, entro al cine, apagan las luces, a mi lado se sienta un tipo extraño, luego se para, se pasea por atrás de mí, hacía sonar muchas monedas en sus bolsillos, sus intenciones estaban claras, se sentó nuevamente a mi lado ahora, pero yo estaba listo, se repetía la historia, puso la mano. Yo clavé, no quise rajar, sangre, gritos y caos hicieron lo suyo, una escena que se clavaría en mi mente para siempre, salí, corrí, crucé la calle y subí rápidamente a una micro amarilla nocturna, llena de luces parpadeantes al ritmo de la música, me acuerdo, sonaba Metálica, lo recuerdo porque era lo mismo que escuchaba mi hermano en casa a mucho volumen y mi padre odiaba, de moda en la época y de gusto del chofer y su cobrador, aún recuerdo su recorrido, Recoleta Lira…. Llegaba hasta el final de recoleta, la PINCOYA…uy, qué miedo, por la ventana vi salir gente del cine pero ya no era mi problema, quedó en mi subconsciente machista, hasta hoy, tengo que luchar con ese subconsciente para adaptarme a la época, a los cambios, total papá ya no está en este mundo, ya no hay más historias de uniformes militares, de historias de machos a la hora de onces, ya no hay más golpes.  Hay que adaptarse, dicen.

VMN