Por Mariel Norambuena

Hace unos días, participé en el Cabildo Ciudadano, que fue bastante publicitado y tenía como fin generar una instancia de conversación sobre aquellos aspectos que los vecinos apreciamos de Curacaví, los que no y cómo nos imaginamos la comuna en unos años más.  Quisiera comenzar diciendo que me sorprendió la poca concurrencia, ya que considero que estos espacios son importantes para hacernos escuchar, conocernos, hacer comunidad y, si no somos capaces de adueñarnos de ellos, las cosas nunca podrán mejorar. Pero, entre aquellos que asistimos, surgieron ideas interesantes, que me han dejado pensando varios días.  Fue grato escuchar a otras personas nombrar cosas que nos caracterizan y que nos hacen ser Curacaví, cosas que veo todo el tiempo, que me hacen vibrar y saber que he tomado una de las mejores decisiones de mi vida: Escapar de Santiago y asentarme aquí, donde llevo viviendo ya nueve maravillosos años.

Es probable que algunos no lo noten, sobre todo si han vivido siempre aquí; las cosas suelen darse por sentadas, aunque no por eso pierden su valor. Los citadinos lo notamos, apenas ponemos un pie en la plaza, se respira otro aire que, además de estar más limpio, es más amable. Cuando uno sale de la casa a pie, es bastante común cruzarte con dos o tres vecinos. El nivel de interacción dependerá de la cercanía, pero eso sí, aquí los vecinos saludan. Camino a la avenida, a comprar algo o solo a pasear, gran parte de las personas con las que te cruces, te saludarán o devolverán tu saludo. Y qué decir de los negocios, donde los buenos días, buenas tardes y cómo está, nunca faltan. Eso si no te conocen, porque si no, debes darte el tiempo para tener una pequeña conversación, sobre la familia, los estudios o el trabajo. Porque aquí la gente no anda corriendo, camina a paso tranquilo, disfruta un helado o el olor a pan recién salido del horno. Y los pasos de peatón, qué decir, si uno se da cuenta en seguida cuando es santiaguino el que conduce, porque los autos ceden el paso, andan a una velocidad prudente, respetan a los ciclistas. A lo mejor podrás no verlo así, pero te invito a vivir en la capital una semana y entenderás de qué te hablo.

En resumidas cuentas, Curacaví tiene una identidad, una forma de ser que nos distingue, que debemos proteger y sembrar en las nuevas generaciones, las de acá y las de afuera, para que nunca deje de ser ese pueblo que tanto amamos.