La alimentación constituye un encuentro entre la biología y la cultura, mucho más allá de lo instintivo, la alimentación humana involucra elementos del comportamiento y la afectividad, aquí conceptos como hambre y apetito le confieren subjetividad, donde la necesidad y el goce se entrecruzan de manera casi imperceptible.
La primera nutrición que recibimos de la madre, es una muestra de amor incondicional, compartir los alimentos con otros es una actividad humana de dar y recibir afecto, integrarse a la familia, comunicarse, sentirse valioso y en compañía, o sea es una instancia social, de acuerdo con esto el amor es un sentimiento o emoción que suele unir personas.
Según algunos investigadores, el amor equivale a una sobredosis hormonal, que dispara reacciones como dilatación de pupilas, transpiración profusa, incremento de la temperatura corporal y del ritmo cardíaco, debido a que el cuerpo experimenta alta secreción de feniletilamina, una molécula orgánica que se encuentra en el cerebro y estimula la producción de los neurotransmisores dopamina y norepinefrina, y la hormona oxitocina.
La dopamina, tiene el efecto de hacernos sentir bien, genera la sensación de placer, aumenta la energía y concentración de la atención; la norepinefrina estimula la secreción de adrenalina que incrementa la presión sanguínea, acelera el ritmo cardíaco y hace que respiremos más profundo, provoca ndo los rubores, inhibe el apetito y produce insomnio; y la oxitocina, está relacionada con la conducta sexual, modula el estado de ánimo, genera sensación de felicidad y sentimiento maternal/paternal.
Entonces ¿Cómo se relaciona esto con los alimentos? Existen ciertos alimentos capaces de gatillar la producción de las moléculas generadas cuando siento amor, produciendo las mismas sensaciones y efectos fisiológicos.
Los precursores de la dopamina se encuentran en las manzanas, el pollo, la miel, el queso, el atún, los vegetales verdes, el tofu, la sandía, la betarraga, el apio; los precursores de norepinefrina son la carne, el pescado, las nueces, la soya, el huevo, la leche y sus derivados; y la liberación de oxitocina se estimula con el consumo de perejil, romero, eneldo, tomillo, hinojo, hierbabuena, chocolate (cacao) y leche.
Si bien la tradición y la sabiduría popular han vinculado los alimentos con el amor, no hay evidencias científicas claras, hoy podríamos decir que el amor es el resultado de una compleja interacción entre genes, experiencias, alimentos y neurotransmisores.
Javiera Yañez
Nutricionista